toros, el orgullo español.

Nací en un campo digno de cuento de hadas, era una pequeña villa verde rodeada de montañas, donde lo único que se escuchaba era el lejano sonido de pájaros y grillos. Por las mañanas me despertaba y me conducían a pastar, allí la suave brisa de un continuo viento acariciaba mi pelaje, la paz, en ese lugar, era lo único que me preocupaba; cuando caía el sol me levaban de nuevo hasta mi lecho donde dormía para volver a empezar al día siguiente.
Un día cuando me desperté y me dispuse a salir al campo, alguien desvió mi típico camino y de repente me vi atrapado en una especie de caja donde mis compañeros y yo estábamos amontonados, no comprendía que hacia ahí ¿Me conducirían a un campo nuevo?
De repente la caja empezó a moverse, se estuvo moviendo un largo tiempo y cuando se detuvo me bajaron hasta un extraño lugar nada parecido a mi idílico hogar, me metieron allí y me dieron de comer una hierba nada parecida a la que solía comer, paso un tiempo, ya estaba empezándome a acostumbrar a esta vaga monotonía cuando volvieron a meterme de nuevo en la caja, entonces por mi mente pasó la fabulosa idea de que volvía de vuelta a casa, pero nada más lejos de la realidad, cuando cesó el movimiento de la caja, me introdujeron en otra de menor tamaño, la cual no se movía, esperé unas horas, entonces abrieron la caja y empezaron a azotarme par que corriese, estaba asustado, la gente me insultaba, alguno incluso me pegaba y me estiraba de la cola, no sabía dónde ir ni que hacer, empecé a correr intentando escapar para volver a mi campo, corría y corría, pero la gente continuaba gritando, cruzándose por delante y enseñándome extraños objetos de color rojo sangre, entonces, intente apartar a la masa, pero eso solo avivo sus ánimos y su griterío, continúe intentando apartar a la multitud y en uno de mis intentos, involuntariamente, mi cuerno derecho atravesó la pierna de un muchacho joven, el cual parecía estar algo ebrio, no era mi intención causar ningún daño, solo estaba asustado y quería huir, pero esto generó , más insultos y desprecios de la gente, nadie conseguía entenderme, me encontraba solo, ahora al miedo por lo desconocido se le sumaba el miedo por las represarías de mis accidentales actos, al cabo de un rato, llegue a un lugar redondo, donde me volvieron a meter a mi cárcel movible, una vez cesado el movimiento, cuando creía que me iban a conducir al matadero por castigo de mis actos, de nuevo me metieron en uno de los campos parecido al cual me habían trasladado después de mi hogar.
Fue pasando el tiempo, me fueron conduciendo de una caja a otra de una calle a otra, la vida había dejado de estar impregnada de una maravillosa paz, para pasar a estar impregnada de gritos insultos y palizas. Las carreras por las calles en busca de mi libertad, se turnaban con vueltas y vueltas por un lugar redondo rodeado de gente que, como sucedía en las calles, gritaba, me insultaba y aplaudía cuando un señor un extraño y llamativo traje, pasaba por delante de mi una especie de sábana rosa y amarilla o cuando rajaba mi cuerpo con un objeto punzante de dichos colores.
No sé exactamente cuánto tiempo estuve en esta situación, pero cada vez me notaba más cansado, mi cuerpo cada vez podía soportar peor los golpes, cada vez me hacía más mayor y por tanto me cansaba con más facilidad, hasta que un día llego el fin. Ese día me encontraba en uno de los lugares redondos, llevaba tiempo buscando la salida, como hacia siempre, instintivamente, intentaba huir, pero, me habían pegado tal paliza que me costaba correr más de lo normal y mi pata derecha delantera empezaba a flaquear, con lo cual empecé a cojear, entonces un hombre me clavo otro objeto punzante que se sumó a los innumerables que adornaban ya mi lomo, pero este causo en mi mayor efecto que los otros, mi sangre empezó a brotar, poco a poco mis ojos dejaron de tener una nítida visión para comenzar a nublarse, mis piernas me fallaron, llegue hasta tal punto en que caí al suelo, me intente levantar, en ese momento me atravesó otro de los punzantes objetos, me desplomé y perdí totalmente la visión, pero pude escuchar una voz que decía: “ ¡Dejadlo ya! ¡No veis que esta medio muerto! ¿Cómo podéis ser tan crueles?” otra le contestó: “¡venga hombre! ¡Pero si es un animal! No tiene sentimientos, además no es crueldad, es el orgullo español, la diversión de todos los españoles” al escuchar esto no puede evitar pensar que realmente quien son los animales sin sentimientos, nosotros los toros o los humanos, los cuales se divierten viendo como sufre otro ser vivo.

1 comentarios:

Sólo letras quieres transmitir pero cuando parece que lo consigues, metes la pata. Désde cuando un animal tiene piernas? luego te aconsejo nuevamente que cuides las faltas de ortografía, tildes etc... en el momento que alguien a quien le gusta leer vea esto deja de tener interés por lo que está leyendo.
Denoto que no tienes más de 18 años y que das la sensación de no haber alcanzado todavía la madurez.ANONIMUS

 

Publicar un comentario