Mamá me puso mi abrigo favorito, era rosa con dos florecitas
en los bolsillos, me dijo “no te desabroches que hace frío fuera”, yo como
siempre me queje y dije que parecía que quería asarme que lo próximo sería
meterme en el horno como el pollo, pero salí a la calle y me di cuenta que
tenía razón, no me gustaba darle la razón a mamá; me dijo que teníamos que
andar un buen rato que el sitio donde íbamos estaba muy lejos, pero que no podíamos
coger el coche porque teníamos que ahorrar gasolina, le pregunté que donde íbamos,
sonrió me besó y me dijo: “ a ver si alguien nos abre la puerta de la felicidad”,
yo creía que íbamos a un palacio de princesas a preguntar si nos dejaban
entrar, pero no fuimos a una tienda, mamá dijo que tenía una entrevista, yo no
sabía qué era eso, pero últimamente siempre que acompañaba a mamá a las tiendas
decía que iba a eso.
Pasamos a una sala y un señor le dijo a mamá que se sentase,
estuvieron hablando un rato, yo no me enteraba mucho de lo que decían así que
me puse a jugar a que era la secretaria de ese señor, cogía el teléfono que me
dibuje en la mano y le apuntaba los días que tenia esas raras entrevistas.
Cuando me había cansado de jugar decidí ver que hacía mi mamá, parecía contenta,
¿Nos habrían abierto las puertas?, pero entonces el señor le pregunto a mi mama
si yo era su hija, mamá contesto que si, entonces el señor dijo: “lo siento,
pero no buscamos a personas con cargas familiares”, tampoco entendí eso.
Volvimos por otra calle, mamá estaba muy triste, yo no sabía
que le pasaba pero tenía los ojos llorosos, le sonreí y le dije: “mamá ya nos abrirán
otras puertas”, mamá me besó en la frente, sus labios estaban fríos.
Continuamos caminando y nos paramos en un semáforo de esos que tardan medio
siglo en ponerse en verde, yo, como
decía mi mamá, era culo de mal asiento, nunca podía quedarme parada, así que me
puse a dar una vuelta, vi una tienda de juguetes y en el escaparate una muñeca
que parecía sacada de un cuento de hadas, me apoyé en el cristal fascinada,
mamá que me vio me aparto el pelo de la cara y me susurro en el oído “ algún día
cariño, algún día”.
Llegamos a casa y mis tripitas hacía ruido, me comería un
elefante, mamá se dio cuenta, abrió la nevera, parecía que estaba nueva, estaba
totalmente vacía solo había un huevo,
mamá lo cocino y cogió un trozo de pan que estaba un poco duro, me lo
puso y me dijo:”come cariño, yo no tengo hambre” últimamente mi mamá no tenía
nunca hambre, supongo que estaba a
dieta, no sé lo que es estar a dieta, pero recuerdo que cuando era pequeña mi
mamá decía eso cuando comía hierbas e iba al gimnasio.
Llamaron al timbre de casa, mamá abrió y me dijo que tenía
que trabajar que me fuera a la habitación, le hice caso, pero me quedé detrás
de la puerta mirando que pasaba, siempre he sido una niña muy curiosa. Un
hombre gordo y calvo entró en la puerta saludó a mamá y se fueron a su habitación,
mamá llevaba unos meses trabajando en su habitación un día le pregunte qué
hacía con los hombres en el cuarto y me dijo que le pagaban por entretenerles,
que en la habitación jugaban a juegos de mesa y mamá les contaba chistes, me
pareció un buen trabajo.
Escuché la puerta de casa que se cerraba, me esperé un rato
y fui a ver a mi mamá, estaba llorando tumbada en la cama con una foto de ella
y de mi papá, papa se había ido al cielo hace dos años, estuvo mucho tiempo
malito, iba al hospital mucho tiempo, mi mamá me dijo que tenía una enfermedad
que se llamaba cáncer, creo que mi amigo Dani también la tiene porque nació a
finales de junio y dice que es cáncer, papá un día no apareció por casa y mamá
me explico que se había ido al cielo y que lo volvería a ver pero no hasta
dentro de mucho tiempo.
Ese día mamá no durmió en su cama, durmió conmigo, me
gustaba que trabajase jugando porque siempre que lo hacía dormía conmigo, nos
dormimos abrazadas, pero notaba que mamá estaba triste, es algo que notaba
desde que papá se fue al cielo, mamá no había vuelto a reír. Eso me ponía a mi
también triste y mamá lo notaba, pero esa noche fue diferente, mientras me
abrazaba me dijo “tranquila cariño, mañana se arreglará todo”.
Cuando me desperté, mamá ya se había cambiado, me vistió,
desayune y nos fuimos, esta vez sí que cogimos el choche, este coche no me
gustaba, antes de que papá se fuera al cielo teníamos un coche grande, mamá quería
darme hermanitos y teníamos que caber
todos, ese coche olía siempre a cereza, era muy grande y yo siempre me sentaba
en una sillita, era la reina del coche, el de ahora en cambio era pequeño y
viejo, no podía entrar por mi puerta así que siempre entraba por la del
acompañante, eso no me gustaba porque a veces me hacía daño en las piernas.
Fuimos al banco, mamá cogió una pistola de juguete, me miró
fijamente a los ojos y me dijo. “Cariño pase lo que pase no te muevas, pero si
escuchas petardos corre con todas tus fuerzas, cuando estés lejos busca una
cabina y llama a este número” No entendía porque mamá me dijo eso pero le dije
que sí con la cabeza.
Mamá se fue y tardó un buen rato yo me aburría mucho y me
puse a dibujar en los cristales que estaban empañados, pero entonces escuche el
coche de la policía y tuve mucho miedo, no le hice caso a mi mamá y salí a ver qué
pasaba, entonces vi a mi mamá con una pistola y un saco saliendo del banco y un
montón de policías apuntándole con una pistola, entonces grité: “¡Dejad a mi
mamá!”, mamá me vio y la policía le dijo que no se moviera, pero mamá no le
hizo caso y vino corriendo hacía mí, la policía disparó y mamá se cayó al
suelo, fui hacia ella y tenía una herida en la barriga por la que salía mucha
sangre, yo lloraba mucho, mamá me miró y me dijo: “princesita, ahora tienes que
ser fuerte, yo ya no estaré me llama tu papá, ahora debes de buscar tu las
puertas de la felicidad mi vida”, mamá cerró los ojos, un hombre vino hacia mí,
me cogía en brazos, pero yo pataleaba no quería separarme de mi mamá.
Me llevaron con otros papas, eran muy simpáticos y me daban
muñecas como la que vi en el escaparate, ellos me intentaron abrir las puertas de
la felicidad, pero yo no quería entrar, yo solo quería que volviera mi mami, prefería
estar siempre fuera de la felicidad y que no me abriesen las puertas a entrar
por la puerta sin mi mamá.